Conseguí una bicicleta viejísima y completamente rota para el regreso desde Wakayama a Osaka. El trayecto que me había supuesto tres días en la ida, lo hice en siete horas en la vuelta. De camino, volví a pasar por la playa, que estaba mucho más animada que a la ida, principalmente debido al buen tiempo, y me encontré con un festival de verano, con sus mikoshi transportados por hombres y jóvenes en traje tradicional.

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